De poetisas a poetas: Grandes diferencias
Como si la eterna diferenciación entre lo
masculino y lo femenino no bastara, se suele atribuir el sustantivo poetisa a
la mujer dedicada a escribir versos, para distinguirla del poeta, presunto
hombre dedicado a escribir versos. Y digo presunto porque a mi entender la palabra poeta es un sustantivo
de género común, es decir que tiene una misma terminación aunque diferente
articulo que determina su “género” ya que esta diferencia se precia de tan imprescindible,
la poeta, el poeta; del mismo modo que periodista, violinista, pianista,
testigo, mártir…
Muchas personan han llegado a preguntarme cual
es el problema, si una de las luchas feministas es precisamente la inclusión
del género femenino en el lenguaje, pues les digo que en primer lugar desde mi
entender el arte poético no atiende a géneros, que aunque históricamente se intente apropiar
la palabra poeta a lo masculino, incluye también gramaticalmente lo femenino y
por ultimo desde la antigüedad la palabra poetisa se usa como un peyorativo para
referirse a aquellas mujeres que escriben versos, aun cuando “su condición de
mujer no se los permite, sino precariamente”, viciando el termino hacia
connotaciones tales como cursi, incapaz, ignorante. Desde la antigüedad las mujeres han sido
consideradas incapaces de todo proceso que implique intelectualidad, existió
por ejemplo Safo, considerada aun hoy día como “la primera poetisa”, ya en épocas
mas cercanas, cuando la educación femenina resultaba un privilegio, las
poetisas eran conocidas como aquellas que para deleite de los poetas en los
salones y peñas literarias entretenían con su ingenuidad y cursilería con una
que otra lectura, permitida por supuesto por “los poetas” que no las tomaban en
serio y mucho menos les permitían publicar, salvo extrañas excepciones.
El caso de Sor Juana Inés de la Cruz es, para
mencionar alguno, imperdible, pues esta debió recurrir a una vida monástica para
tener las libertades intelectuales deseadas: una biblioteca propia, estudiar,
escribir, participar activamente de tertulias, tiempo deseado… Un dato curioso
es que Sor Juana, durante su niñez, se imponía a si misma el aprendizaje
perfecto de lecciones, y si no lograba aprenderlas en la medida deseada se
cortaba trozos de cabello, puesto que pensaba que la cabeza no podía estar
llena de hermosos cabellos y vacía de ideas; presumo que esta idea viene del
estudio de la filosofía platónica quien pensaba que mientras más largos los
cabellos de una mujer, mas cortas sus ideas.
La poesía en sí desde los griegos era considerada
un arte menor, fue necesario esperar hasta el humanismo para que esta tomara auge,
y hasta el romanticismo para que las mujeres mediante la idealización poética tomaran
notoriedad, salvo por el capricho iluso de los jóvenes poetas quienes se
suicidaban para exaltar la idealización del “amor puro y verdadero” digamos que
desayudó el posicionamiento dado, en cuyo caso la poética femenina nacía enmarcada
en el género privativamente epistolar.
Hasta el 2001 el diccionario de la Real
Academia de la Lengua diferenciaba entre las palabras poeta y poetisa por el género
masculino y femenino respectivamente, ese año fue cambiada la definición por: Poeta:
Persona que compone obras poéticas y
está dotado de las facultades necesarias para componerlas. Es importante que
esta nueva definición aluda a un sustantivo común como persona, que incluye
ambos géneros, aun no se ha eliminado o rectificado la acepción peyorativa de
la palabra poetisa que figura como: Poetisa: Mujer que escribe obras poéticas.
Pese a que innumerable cantidad de libros y
autores mantienen la idea de la diferenciación entre poeta y poetisa, aludiendo
que la poética femenina está plagada de cursilerías y es netamente sensibilidad
sin intelectualidad. Desde lo particular, les digo que soy poeta y que he leído
incontable cantidad de poetas que si,
escriben desde los sentimientos y sensaciones que viven y perciben, pero además
escriben sobre las ideas, corrientes, estilos y pensamientos imperantes; también,
como decir que existen algunas a quienes podríamos dejar en el renglón de
poetisas, ya que si la palabra para designar a un hombre que es mal poeta es
poetastro, entonces puedo concederme el derecho a pensar que para designar a
las malas poetas podemos usar la palabra poetisa.
Entonces algunas de las por mí, consideradas
poetas (sin asomos de poetisas) tenemos: Alfonsina Storni, Sylvia Plath, Emile
Dickinson, Delia Weber, Alejandra Pizarnik, Virginia Wolf, Gabriela Mistral…
entre muchas otras.